El pasado jueves 12 de mayo, en el programa “Aula Conectada” de la Vicaría Pastoral de Educación, el Arzobispo de Concepción, Monseñor Fernando Chomali, se refirió a la formación de los jóvenes chilenos, enfatizando su preocupación por la realidad que vive nuestro país: “Vemos como todos los días se genera una violencia con una fuerza nunca antes vista”.
Durante el diálogo, Mons. Chomali señaló que Chile es un país muy instruido, debido a que la baja tasa de analfabetismo y los altos índices de inserción escolar y laboral. Sin embargo, “no hemos podido ser capaces de convivir, pues instruir es totalmente diferente a formar mentes. Por lo mismo se ha perdido el interés en estudiar pedagogías o carreras relacionadas al arte o la filosofía, profesiones fundamentales para enriquecer el espíritu humano”, declaró.
En este sentido, los colegios católicos tienen la responsabilidad de ir más allá de lo que ofrece el proyecto educativo nacional y poder profundizar en el corazón y la mente de todos quienes conforman las comunidades educativas.
El Papa Juan Pablo II dice que la fe y la razón son las dos alas por las cuales el espíritu humano se levanta en búsqueda de la verdad. Debido a ello, el Arzobispo comentó que “todos los desencuentros que tenemos en nuestras vidas, son en definitiva por la falta de amor. Allí es donde la fe ilumina, nos dice que hay un mandamiento del amor que podemos seguir”.
Pues entonces, ¿Cuáles debiesen ser los énfasis a considerar en las unidades educativas? Monseñor Chomali explicó que lo primero es preguntarse cómo enseñar lo que perdura en el tiempo, ya que los niños están doce años recibiendo un enfoque principalmente científico debido a la creencia de que eso les será útil por el resto de su vida.
Por lo contrario, indicó que una formación profundamente humanista puede ser un buen logro: “El saber historia, entender lo que pasa, conocer grandes autores, son alimentos para el alma”, expresó.
Además, agregó que son los padres quienes también tienen un deber en este marco, pues caen en un error al dejar una excesiva confianza en los colegios y abdican ante la labor de formar a niños y jóvenes.
Es tarea de todos forjar una verdadera alianza común que convoque a buscar soluciones, mirar hacia un futuro con esperanza y asumir un compromiso personal y comunitario, para cultivar el sueño de un humanismo solidario que responda a la esperanza del hombre y al diseño de Dios.
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