Los Colegios de Iglesia de la Arquidiócesis de Concepción participaron en la Misa de la Solidaridad, que se celebró la mañana de este martes 20 de agosto en el templo Catedral, organizada por la Vicaría Pastoral para la Educación y la Cultura (Viceduc).
La Eucaristía fue presidida por el obispo auxiliar de Concepción, monseñor Oscar García, junto al asesor de Viceduc, padre Mauricio Aguayo, y el padre Claudio Alarcón, el padre Héctor Mora, el padre Francisco Osorio y el padre Francis Umar.
En su homilía, monseñor Oscar García afirmó que San Alberto Hurtado se encontró con Jesucristo, se dejó abrazar por Él, respondió a una vocación específica y vivió la verdad del Evangelio. Y agregó que “esta es una ocasión providencial para nosotros, porque también nos ayuda a recordar nuestro fin último, hacia dónde nos encaminamos. Y sobre todo que, como cristianos que nos identificamos con Jesucristo, estamos llamados a vivir su Palabra en la cotidianeidad de nuestra propia vida, allí donde el Señor, en su Divina Providencia, nos ha llamado: en el seno de una familia, en el colegio, en el hogar, en el trabajo”.
El obispo auxiliar sostuvo que Dios, a través de su Palabra, nos pide que vivamos el amor incondicional de Jesucristo, que nos ama sin medida. Y añadió que esto fue lo que trató de poner en práctica San Alberto Hurtado.
“Hoy ese amor sin medida está llamado a renovarse también en cada uno de nosotros. No sólo decir “yo te amo, Dios mío”, sino amar al estilo de Jesucristo en nuestra propia realidad y reconociendo en el prójimo el rostro concreto del Señor, que muchas veces se nos presenta desfigurado”, enfatizó.
En ese sentido, expresó que estamos llamados a reconocer a Cristo, a amar y servir desinteresadamente, porque sólo en la medida en que hacemos esto podemos también no sólo crecer en conocimientos y adquirir las herramientas necesarias para la vida, sino sobre todo crecer como hombres y mujeres íntegros. En ese contexto, sostuvo que “la dimensión espiritual es fundamental para ayudarnos a crecer realmente y ser portadores no sólo de una ciencia, sino de un amor que trasciende a nuestra propia vida”.
Monseñor García enfatizó la importancia de “no sólo hacer la experiencia del amor gratuito de Dios, sino traducir este amor en lo concreto de la cotidianeidad de nuestra vida, allí donde el Señor nos llama, en los rostros concretos”, amando al prójimo como a nosotros mismos e incluso amando a aquel que es nuestro enemigo. En ese contexto, preguntó: “¿Ustedes creen que en la vida de San Alberto Hurtado todos fueron amigos, todos lo reconocieron? No, él también tuvo dificultades, pero nunca claudicó en amar y servir. Eso lo hizo grande y su figura y su santidad quedó enmarcada para la historia de Chile, para la historia de la humanidad y para la Iglesia universal. Ojalá que aquí podamos tener muchos Alberto Hurtado, más allá de su persona: cristianos coherentes de verdad, comprometidos con la causa del Reino y comprometidos en hacer el bien a los hermanos, reconociendo en ellos el rostro de Cristo”.
“Ojalá que cada uno de nosotros, en nuestro pequeño mundo, podamos hacer un mundo diferente, movidos por los valores y principios del Evangelio, en el amor y en el servicio, porque no nos guardamos nada para nosotros mismos, sino que lo entregamos incondicionalmente, porque sabemos que en la medida en que nos entregamos crecemos y en la medida que crecemos vamos forjando también en el corazón de los demás una bella historia de don y de salvación para que juntos lleguemos a la meta definitiva, que es el encuentro con Dios nuestro Padre”, destacó.
Finalmente, llamó a los presentes a permitir “que la Palabra de Dios hoy les hable a lo más profundo del corazón y mueva su corazón siempre a la generosidad y al servicio, no a la mezquindad ni a la vanagloria o el orgullo personal”, porque nadie crece pensando solamente en sí mismo, sino que sólo crecemos cuando somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos en medio de nuestra realidad, no siendo indiferentes al dolor humano y al Cristo que se nos presenta y nos dice “espero de ti, cuento contigo”.
En el momento de la presentación de las ofrendas, alumnos del Colegio Inmaculada Concepción de Talcahuano llevaron hasta el Altar pañales de adultos, que junto a los donados por todos los colegios, serán entregados a residencias de adultos mayores presentes en la arquidiócesis. Mientras que estudiantes del Instituto de Humanidades de Lota presentaron los dones de pan y vino, que luego de la consagración serán el Cuerpo y Sangre de Jesús.
Al término de la Santa Misa, alumnas del Colegio Espíritu Santo entregaron la imagen del Año de la Oración a alumnas del Colegio María Inmaculada, ya que, desde julio, esta imagen está recorriendo los Colegios de Iglesia, en el marco del Año de la Oración convocado por el Papa Francisco en preparación al Jubileo de 2025.