Previo a la Cuaresma de Semana Santa, el Papa Francisco dijo “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos”. Es bajo esta cita de la Encíclica Pastoral, que inició el programa radial Aula Conectada, en el cual estuvo presente el sacerdote Francisco Osorio, Capellán del Liceo La Asunción de Talcahuano.
Primeramente, no hay que olvidar que Jesús nos invita a cargar nuestra propia cruz, a matar nuestros pecados y así resucitar junto a Él. Tomar esta Semana Santa como una transformación espiritual.
El mensaje de esta Semana Santa se hace extensivo no solo a los creyentes, sino que también a aquellos que no tienen fe. Primero en los colegios católicos a través de la Pastoral y entregando el mensaje a aquellos alumnos o miembros de la comunidad escolar no creyentes, y en colegios municipales queda en manos del profesor de Religión, o en las propias familias.
Actualmente, no existe un ambiente que invite hacia la reflexión y a vivir el espíritu de Semana Santa, a diferencia de cómo era en antaño. Las enseñanzas cristianas deben estar presentes, y cuando eso no ocurre, es cuando se generan los antivalores.
La violencia escolar no es más que una expresión de la violencia en la sociedad, y se responsabiliza al resentimiento personal producto de la desigualdad en nuestro país (en temas educacionales, económicos, etc.), y a la falta de sociabilización que se ha agudizado con la pandemia, sobre todo en quienes han vivido sus primeros años escolares.
En este tiempo, la invitación es a que en los colegios se deje de lado la violencia, mirando al otro como un hermano y al igual que un jardín hay flores de distintos colores, en un colegio hay personas con distintos talentos. Es en este contexto que es deseable que cada uno se desarrolle de acuerdo a sus diversas capacidades, diferenciadamente, y desde ahí haga su aporte a la comunidad. Una invitación a ponerse en el lugar del otro, y conocer las riquezas personales de los compañeros. No olvidando nunca que el fin del proceso educativo es humanizar, no solo a través de la teoría, sino que fundamentalmente con la experiencia práctica. Solo así el sentido profundo de esta Semana Santa se hará carne en la sociedad educacional chilena.