El Papa Francisco nos invita a realizar un Pacto Educativo Global

La pandemia ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de nuestro sistema económico, político, y en especial el educativo. Esto, pues en muchos hogares de nuestro país no se cuenta con las condiciones mínimas,  tales como un computador o una conexión estable a internet, para que así los alumnos puedan acceder a las clases online, por tanto, el derecho a la educación en las actuales condiciones no se está cumpliendo a cabalidad.

El Papa Francisco, consciente de que la educación es un pilar fundamental en la lucha contra la desigualdad y la pobreza en el mundo, relanza el día 15 de octubre del año 2020 el Pacto Educativo Global con el fin de “unir esfuerzos para alcanzar una alianza educativa amplia con vistas a formar personas, maduras, capaces de reconstruir el tejido relacional y crear una humanidad más fraterna”. Esta iniciativa no es una idea nueva ni repentina, sino la traducción concreta de una visión y pensamientos expresados frecuentemente en sus discursos y Magisterio, como por ejemplo en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium y la encíclica Laudato si’.

Como parte de la propuesta, el Papa nos habla de crear la Aldea de la Educación a través del trabajo conjunto pensando en el futuro de niños y niñas del mundo. Para ello, el enfoque de su invitación se basa en tres ejes fundamentales: centrarse, acoger e implicar.

Como primera línea de acción señala que: “Es necesario poner a la persona en el centro en su valor y dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad, su belleza y singularidad y al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que los rodea”. En ese sentido, es necesario no perder de vista que trabajamos para formar personas integrales, que se desarrollen y alcancen su plenitud para que sean constructores de una sociedad más humana, justa y fraterna.

Luego, menciona que: “Para conseguirlo, es necesaria la acogida, es decir ponernos a la escucha del otro, de los destinatarios de nuestro servicio, los niños, los jóvenes”. Este proceso conlleva a que todos los principales agentes educativos: padres, estudiantes, docentes, y autoridades, escuchen no sólo lo relativo a educación, sino que presten atención a todo el entorno para con ello incentivar a nuestros niños y jóvenes a que aprendan a relacionarse, a tener una actitud empática que rechace la “cultura del descarte” y se comprometan con el cuidado de nuestra casa común.

Y para finalizar propone el implicar“La actitud de escucha, definida en todos estos compromisos, no puede entenderse como un mero oír y olvidarse, sino que tiene que ser una plataforma que permita que todos se comprometan activamente en esta labor educativa, cada uno desde su especificidad y responsabilidad”. Es necesario salir de nuestro propio egocentrismo y ponernos al servicio del otro, como un acto de entrega, amor y de servicio. El verdadero servicio de la educación es la educación al servicio.

Sin duda un tremendo desafío para todos es unir esfuerzos y crear redes, que la escuela sea un lugar en donde la relación entre docentes y estudiantes no obedezca solamente a un programa pedagógico sino a una experiencia de vida. Comprometernos a llevar a cabo un proyecto educativo que invite a iniciar procesos transformadores y creativos sin miedo y mirando al futuro con esperanza.