La tarde del miércoles 3 de enero, se llevó a cabo la ceremonia de premiación del primer concurso literario para migrantes “Caminando Juntos”, organizado por la Vicaría de Pastoral Social y la Vicaría Pastoral para la Educación y la Cultura de la Arquidiócesis de Concepción.
Durante la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado del año 2023, el Papa Francisco señaló que “el camino sinodal que, como Iglesia hemos emprendido, nos lleva a ver a las personas más vulnerables y entre ellas a muchos migrantes y refugiados como unos compañeros de viaje especiales, que hemos de amar y cuidar como hermanos y hermanas. Sólo caminando juntos podremos ir lejos y alcanzar la meta común de nuestro viaje”.
En este contexto, es que ambas vicarías lanzaron el concurso para que los participantes de distintas nacionalidades pudieran expresar, de manera escrita, sus experiencias de vida, ideas, sueños y esperanzas, propiciando la escucha activa de personas migrantes.
El jurado encargado de revisar y evaluar los relatos para dictaminar los ganadores estuvo compuesto por Priscila Bravo, escritora; Edith Venegas, periodista de Radio Bío Bío; y Camila Alvear, profesora de Lenguaje y Comunicación.
Priscila Bravo expresó que este concurso fue “un tesoro, una oportunidad para muchas personas de contar su historia, porque las historias pueden consolarte, pueden alentarte y te pueden dar motivos para decir: oye, si él lo logró, yo también puedo. Además de eso, es una iniciativa muy integral, te permite conocer a personas que están en situaciones similares”.
El primer lugar fue para Laura Mojica de Colombia con su relato “Atracción”; el segundo lugar fue para Flor Martínez de República Dominicana y su obra “Dios tiene que existir”; el tercer lugar lo obtuvo Jesús Arencibia de Cuba con su relato “El abrazo de Pablito y la otra orilla de Juan”; y por último, la mención honrosa fue para América Rondón, de Venezuela, autora de “Caminar Acompañado”.
Flor Martínez, ganadora del segundo lugar, relató que en su país obtuvo “el premio nacional de novela, Casa de Teatro, en el año 2015. Así que cuando vi esta oportunidad de concurso pensé: puedo ganar en Chile también, puedo ser aquí también una ganadora y eso fue lo que me motivó, seguir siendo en cierta forma yo la Flor de Liz, ganadora a donde yo quiera que vaya”.
En tanto, Jesús Arencibia, otro de los participantes, explicó que el concurso es “una excelente iniciativa en aras de que la integración de los que venimos de otras tierras con los naturales de acá se produzca en un ambiente lo más armónico posible. De eso iba mi relato, de decir que junto con personas que nos han discriminado y personas que siempre nos han visto con mala cara porque tenemos otro acento, otras características y venimos de otras regiones, también hemos encontrado mucha solidaridad y personas que muy desinteresadamente nos han acogido y han tenido gestos extraordinarios como ese niñito que le dio un abrazo a mi hijo en la escuela o como el conserje que se llama Juan, que aún bajo el dolor terrible de haber perdido una hija, nos daba buenos consejos y nos decía que la vida era como un largo recorrido en bote atravesando un río, que aunque vinieran muchas corrientes uno tenía que seguir remando hacia la otra orilla, con la vista fija en la otra orilla”.